241 Oscar Javier Castro españolas porque se habían atrevido a formar una junta de gobierno, que ellos consideraban necesaria y por derecho, según las circunstancias dadas. Después que los criollos se tomaron el poder usaron la imprenta para circular proclamaciones acerca de los derechos que tenían sus respectivos pueblos para formar dichas juntas, asimismo recordaron las falsas promesas de igualdad de derechos políticos que tanto la Junta Central de España les había hecho como, después, la Regencia. De esta manera, justificaron la destitución de las autoridades españolas que ocupaban los puestos de mando, la reorganización de la administración política, el nombramiento de nuevas autoridades y decían hacer eso para defender los intereses del rey, Fernando VII, de la patria y de la religión. Esa experiencia se había dado primero en la Península y ahora las provincias de la Nueva Granada, Quito y Venezuela hacían lo mismo.36 Los españoles americanos que no aceptaban la legitimidad de la Regencia comenzaron a reflexionar sobre otras formas de gobierno que las juntas supremas de las provincias podrían adoptar, manteniendo la lealtad al rey Fernando VII. Algunos letrados que ocupaban importantes cargos en la administración del Virreinato intercambiaron algunas ideas al respecto, una buena parte de ellos observaba la experiencia estadounidense como un buen ejemplo a ser seguido, pero haciendo las debidas adecuaciones a la realidad neogranadina o venezolana. Eran críticos del modelo francés o de quedar bajo la tutela británica o de nombrar un regente español para que mantuviera la unidad de la monarquía española en América. Cuando los neogranadinos, quiteños y venezolanos se enteraron sobre la posibilidad de que la princesa Carlota Joaquina, que estaba en Río de Janeiro, o de su hermano D. Pedro fueran nombrados regentes, hubo poca adhesión. Al parecer esa idea estuvo presente entre algunos de los oidores de las audiencias de Santafé y de Quito, pero la mayor parte de los criollos la vieron como problemática. Por ejemplo, circularon noticias de que los intentos de Carlota para proclamarse regente habían ocasionado levantamientos en el Alto Perú, además de los cuestionamientos de que, si se llegase a admitirla en la línea hereditaria, facilitaría quedar bajo el dominio de Portugal, lo que no era bien visto.37 Aquí, podemos observar como el horizonte de expectativas se amplía y surgen diversos pronósticos ante las crisis que el Imperio español enfrentaba en ese momento. 36 Véase Historia de nuestra revolución publicada en varios números (2, 3, 4, 5 – 10, 11…) del Diario Político de Santafé de Bogotá, 1810; RESTREPO, op. cit., p. 90 y ss., y p. 518 y ss.; GUTIERREZ, op. cit.; MARTÍNEZ, Armando; QUINTERO, Inés. La formación de los Estados republicanos en la Nueva Granada y Venezuela. Ayer, n. 74, p. 77-105, 2009. 37 Véase: Carta de Camilo TORRES a su tío Ignacio Tenorio, Oidor en Quito, mayo 29 de 1810, BNC; Gaceta de Caracas, 127, 1810; y carta de Eloy Valenzuela publicada en El Argos Americano, n. 9 y n. 10, 1810.
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